Decía un amigo, del cual aún lloro su muerte, “un hombre solo tiene de derecho de mirar a otro hacia abajo cuando ha ayudado a otro a levantarse” y dirán ¿Qué tiene que ver esto con la manera de manejar mi columna?Pues, concordancia, solo y absolutamente concordancia.
A veces hacemos cosas, decimos cosas, pensamos cosas y accionamos en cosas en la más completa y total contradicción.
Y es parte de un equilibrio fundamental. ¿De qué sirve leer y culturizarnos, asistir a los eventos sociales de la ciudad o a los bazares ilustrados de la ciudad, si nuestra actitud es vengativa y lamentable?
¿De qué nos sirve leer, conocer y saber utilizar el reciclaje y la reutilización si arrojamos botes y botellas por la ventana de nuestro vehículo? ¿De qué nos sirve el tener un mundo al alcance de nuestras manos con el internet y no ver las maravillas que hay de tras de nuestras pequeñas pantallas? Lo que sale por nuestras bocas trae consecuencias.
Todo lo que decimos es escuchado, aunque no sea más que por nosotros mismos.
Hace días, les comento de manera personal, entre a un pequeño comercio de 2 O’s y 2 X’s ubicado en una avenida muy transitada por la ciudad, cercana a un edificio del hospital del seguro social; aquí vi a una doctora hablando de la manera más soez y despectiva de los derecho-habientes, de su pobreza y de la falta de cultura en sus hábitos.
¿Qué tiene que ver esto, sus actitudes y sus acciones con el juramento ético que hacen los médicos? ¿No se supone que uno debe de “hacer el bien, sin mirar a quien”?
El lenguaje nos hace grandes o nos condena. Cada vez caemos, porque todos lo hacemos, en el pensamiento opresor y déspota contra quien este “gorda”, “fea”, “naco”, “homosexual”, “tonto”, “horrible”, “desagradable”, “vieja”, “mal vestido”, “malhumorado”, “idiota”, “inútil”.
Calificamos con palabras que ni siquiera sabemos su significado o por qué lo utilizamos: “estas esquizofrénico”, “eres bipolar”, “ya estás en la menopausia”, “eres controladora”.
Pero esto es el reflejo de nuestras propias manías, de nuestros propios miedos, de nuestras propias debilidades, de la representación banal de lo que nos falta o sobra.
Busca realizar las cosas que más te gustan, no dejes que la apatía se apodere de tu ser, emprende el camino hacia la felicidad, hacia transformarte en el humano integral que te gustaría ser, aquella persona de la que te puedas sentir orgulloso porque finalmente a quien le hacen daño nuestros comentarios hirientes y despóticos es a nosotros mismos.
Analicemos, actuemos, amemos, perdonemos, disculpemos y CONCORDEMOS.
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Recientemente la cadena change.org que busca un cambio social solicitaba 75 mil firmas para que el Partido Verde Ecologista desapareciera por los pocos resultados ecológicos que este proporciona aunado a sus enormes escándalos de corrupción, que finalmente todos hacen. Jorge Emilio Gonzáles Martínez, conocido como “el Niño Verde”, popular protagonista de situaciones deplorable y su grupo incongruente, gangsteril y que emplea el estandarte medioambiental, ha sido un férreo enemigo del ecosistema.