Desde hace varios días el kiosco de la Plaza Allende en Matamoros Tamaulipas se ha convertido en la cama de «Fito» un hondureño que vio frustrado su trayecto hacia Estados Unidos.
Está prácticamente en el limbo, ya que se encuentra muy lejos de su madre en Honduras y de su hermana en Los Ángeles California.
Vive de lo que la gente le regala y cuenta que algunas personas incluso lo han tratado mal.
Por momentos se desespera, ya que no tiene dinero para comer y mucho menos para pagar el cruce hacia el otro lado.
Esta es una de tantas historias, como muchas que abundan donde las personas al no poder cruzar a EEUU terminan vagando en las calles de esta frontera.
Doña María Guadalupe tiene 60 años, es una mujer muy trabajadora, a diario se instala en diferentes cruceros de la ciudad ofreciendo las flores que ella misma elabora, los que logra obtener de la venta sirve para atender a su marido, el cual tiene un padecimiento en los riñones.
Ramón Guillen Aguilar, originario de ciudad Mante es un hombre de 66 años de edad, es muy común observarlo a diario en la calle 8 y abasolo del centro de Matamoros, siempre con una sonrisa y de buen ánimo atiende a sus clientes lustrándoles el calzado..
Margarito Ramos Jimenez tiene 89 años de edad, el 20 febrero los cumplió y aunque no padece ninguna enfermedad dice que en ocasiones termina con dolor de pies porque necesita unos zapatos que le queden bien.