Desde pequeños hemos aprendido que en nuestro mundo aquellos que logran adaptarse sobreviven con el tiempo; aquellos que encuentran el modo de no dejar que los obstáculos les aplasten son los que logran superarlos. Y aún sabiendo de este modo que los cambios y el amoldarse a nuevas situaciones es algo necesario para prevalecer, nos aterra tanto el hacer las cosas de un modo diferente, el intentar nuevas alternativas.
Llevar a cabo la rutina es más sencillo que experimentar, que arriesgarnos. Tomar el mismo camino a casa, utilizar el mismo color en nuestra ropa, seguir la misma secuencia de acciones una y otra vez, día con día, año tras año es más cómodo y tranquilo pero… ¿Es la tranquilidad suficiente para sentirnos completamente satisfechos? Estos son solamente ejemplos pequeños.
Es normal que el cambio nos haga dar un par de pasos hacia atrás y nos provoque tomar algo de aire; aquello nuevo y diferente siempre tendrá ese efecto, sin embargo, esto no debería ser un impedimento hacia nuevos horizontes. ¿Qué es lo que intento decir? Cientos de personas prefieren el no llevar a cabo sus ideas o sueños por el miedo que las cosas nuevas nos provocan: ¿y si no funciona?, ¿y si pierdo lo que ya tengo?, ¿y si no soy bueno en ello?, ¿y si a nadie le gusta? Y es ahí donde el miedo pasa de ser un sentimiento a una barrera, un impedimento. A pesar de todo esto, nuestro terror también puede convertirse en algo diferente: en adrenalina, emoción. En algo nuevo. En ocasiones es correcto seguir impulsos, dejarnos llevar, hacer lo que queremos y querer lo que hacemos.
El cambio es bueno, además de necesario. Todos nos cansamos de hacer lo mismo una y otra vez, repitiendo los mismos errores, no atreviéndonos a hacer nuevos y repararlos, avanzar, cambiar, crear. El intentar cosas distintas nos deja una satisfacción. Bueno, al menos en mi caso sí. El saber que estoy cambiando, evolucionando, que estoy un par de pasos más cerca de ser la persona que deseo ser, que tengo una historia que contar y experiencias que recordar, eso realmente me produce una sensación de libertad. Libertad al saber que soy capaz de intentar aquello que desee, que puedo conocer mis gustos o disgustos y estar consciente de hasta donde soy capaz de llegar. Quizá sólo soy una persona que se aburre fácilmente pero el quedarme dentro del mismo terreno me desagrada. Eso no significa que no lo haga. Porque claro, soy humana y a veces el miedo me consume y logra
superarme, pero después de oportunidades perdidas me he dado cuenta que es mejor intentar las cosas que arrepentirse de no haberlo hecho.
Hay decenas y decenas de motivos por los cuales el cambio es algo maravilloso y del mismo modo, decenas y decenas más de razones para temerle, al final del día es nuestra decisión qué lado gana en la balanza.
He visto ese sufrimiento y ese sentimiento de impotencia en los ojos de aquellos que más amo, porque me duele saber que están en una constante batalla y no saben cómo hablar al respecto o cómo buscar ayuda, porque me duele ver cómo, por el estigma de que buscar ayuda significa estar loco, muchas personas se quedan estancadas y encerradas, ahogándose en su propio vaso de agua.
Busca un centro de acopio. Ayuda a tu amiga que es acosada. Dona todo lo que puedas. Inspira a los demás a hacer lo mismo. No cierres los ojos. No cierres la mente. No finjas demencia. Sé solidario. Sé comprensivo. Sé humano. Sé mexicano.
Todos los hemos visto y escuchamos constantemente de ellos en los noticiarios, ¿pero alguna vez te has detenido a pensar en ellos como personas en lugar de “refugiados”? Siendo hoy 20 de junio, es el día mundial de los refugiados. Este día fue adoptado por la ONU hace 17 años, en el 2000 para mostrar apoyo a esta grande y creciente grupo en el mundo.