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“Los jóvenes son los dueños del mundo”
25 noviembre 2014

“Pocos lo saben, pero ¡soy bien alburero!”, dice desde la cabina de Radio Centro, Adolfo Fernández Zepeda, mejor conocido como La Voz Universal, y suelta la carcajada después de reconocer su habilidad para los juegos de palabras con doble sentido.

Ícono en la radiodifusión de México, crítico de los políticos que nos gobiernan y con un gran sentido del humor, Fernández Zepeda cuenta con 57 años como locutor, 50 de haber ingresado al Grupo Radio Centro y 40 siendo la voz de Universal FM.

Comenzó su carrera de manera fortuita en La Feria del Hogar, una exposición de productos domésticos que se realizaba anualmente en el Auditorio Nacional.

“Un amigo estudiante de locución me invitó. Fue en 1957, lo recuerdo porque estaban de moda las canciones “El reloj” y “La barca”, de Roberto Cantoral. En el sonido local se anunciaban artículos y mi amigo me dijo: ‘Lee un comercial’. Minutos después llega su maestro y nos pregunta: ‘¿Quién fue?’. Temeroso de que me fueran a regañar, mi compañero se echa la culpa: ‘Fui yo, maestro’. ‘No, no fue usted, fue él…’ —le responde y me señala—. Ese día me ofreció trabajo por 40 pesos semanales. Así comenzó todo”.

Adolfo Fernández Zepeda, nacido en Juchitán, Chiapas, llegó a la Ciudad de México a estudiar en la Escuela Bancaria y Comercial. Pero luego de la experiencia en La Feria del Hogar su destino cambió abruptamente. Estuvo como locutor en Radio 620; después en la XEVC en Córdoba, y en la XEKG en Fortín de las Flores, ambas en Veracruz, y en la XEAR en Monterrey, Nuevo León, donde conoció a Érika, su esposa, quien le solicitó una canción.

En 1964 ingresó a Grupo Radio Centro como locutor de Radio Éxitos, de AM (hoy El Fonógrafo), donde fue titular del programa Siete minutos y 90 segundos con Los Beatles. En 1974, el grupo lanzó las primeras estaciones de frecuencia modulada: Radio Hits (hoy 97.7) y Radio Universal, en la que desde entonces Fernández Zepeda comenzó a “narrar” la historia de La Voz Universal.

Entonces, a usted le gusta el albur…

Efectivamente —responde—. Lo aprendí desde la secundaria; la mayoría de los estudiantes que fuimos a escuelas públicas tuvimos que aprenderlo. Después, en mi carrera como locutor, conocí algunos profesionales del albur como Chaf y Queli, que fueron compañeros de trabajo en Radio Centro. El albur en la gente adulta resulta conveniente, a mí me ha ayudado a mantener mi mente ocupada, ágil, siempre activa, a que el cerebro esté trabajando y de esa forma no aparezca el “alemán” (Alzheimer).

¿Cómo nace Universal?

Para armar la programación de Universal traje mi discografía personal. ¡Nunca imaginé que ya no me regresarían mis discos! Los contadores que llevan el inventario de la estación ya no me los quisieron regresar: “Don Adolfo, esto se queda aquí…”. Y pues ni hablar, se quedaron en buen lugar. Antes la programación se hacía de filin, ahora el departamento de mercadotecnia investiga y califica con la propia audiencia lo que ponemos. Me acuerdo que comenzamos con Sinatra…

¿Cómo lo imagina la gente?

La radio es una maravilla. La gente se hace la idea de cómo es la persona que está hablando detrás del micrófono. Tenemos ilusiones, tanto el que escribe como el que habla. Muchos creen que yo soy un viejo gordo y pelón (risas). No sé por qué; sobre todo las mujeres. Tengo muchas seguidoras. Y les digo: viejo sí, pero gordo no, ni pelón.

¿Qué opina de la música actual?

Hay bandas buenas, pero no creo que sean mejores que las bandas de los ochenta, por ejemplo. A los jóvenes les gustan los grandes roqueros clásicos porque no ha habido otra revolución musical como esa. El rock no ha muerto, hay influencias musicales que en su momento invaden como el rap de hace algunos años, pero pasado el tiempo no lo vas a recordar con amor y cariño porque fue efímero, lo viviste un ratito. Los jóvenes de hoy deben buscar cómo recuperar otro movimiento de rock. Sin embargo, la mejor música es la que vives ahora. El pasado no existe. Los jóvenes son los dueños del mundo. Yo aprendo de ustedes. Siempre ando buscando discos raros.

¿Cuáles son sus canciones favoritas?

“Yesterday”, de Los Beatles; “September morn”, de Neil Diamond; “Ruby Tuesday”, de Los Rolling Stones… Déjame decirte que, a su edad, Mick Jagger tiene mucha energía. Todo el concierto se la pasa corriendo y no se agita… Con los Rolling jugué billar en Boston, previo a su concierto en el estadio de beisbol. Antes del ensayo Mick pidió una mesa de billar y me invitó a jugar. He conocido a muchos artistas, conviví con mucha gente, eso me ha dado también la estación. De milagro no me eché a perder… El swing y el rock es lo que me gusta bailar, pero para mí, bailar separado no es bailar.

La primera vez que lo reconocieron por su voz…

Compraba unos zapatos en una tienda de Santa Fe, y le digo al dependiente: “Me llevo estos”. Le doy mi tarjeta de crédito, la observa y me voltea a ver, y así repetidas veces. “¿A poco es usted?”, me preguntó. “Sí, soy yo”, le respondí. “No, digo ¿es usted el que habla?”. “Sí, pues le estoy hablando”, le contesté vacilándolo. Me extiende un papel y me pide un autógrafo. Nunca había dado uno, ese fue el primero y me sentí raro. Yo lo acepto, adoro que me reconozcan, pero me sigo poniendo rojo cuando me piden un autógrafo. Ahora hay filas de gente cuando voy a una tienda comercial a autografiar los discos de Los clásicos de Universal Stereo que contienen el poema “La noche quedó atrás”.

¿Cuál es la historia de ese poema?

Lo escribió un vendedor de publicidad de Radio Centro, don Víctor Manuel Otero González, quien murió hace como cinco años, a los noventa y tantos años de edad. Llegó un día a la cabina de Éxitos, yo acababa de grabar y me da un papel y me dice: “Mire don Adolfo, hice este poema, a ver si le gusta”. A mí siempre me ha gustado la poesía, mi madre declamaba, lo traigo en los genes, pues… Le dije, “déjelo ahí, sobre la mesa”. Agarré un grabador, pedí al de cabina un fondo musical, eligió el tema de la película Con el sol en la piel, y lo leí a primera vista, en una sola toma. Lo metimos en la noche. Al principio recibí críticas de los ejecutivos. “¡Cómo ‘desperdiciar’ de 3 a 4 minutos en un poema en lugar de poner una canción…!”. Y mire, ya ha traspasado todo y ha vendido y he ganado buen dinero. Por cierto, nunca me di cuenta que me equivoqué en una palabra. Ahora ya está corregido, pero la gente no quiere el actual. El error está donde dice: “Las ‘negociaciones’ que todo lo destruyen…”, y debió decir: “Las ‘negaciones’ que todo lo destruyen”. Así lo leí, a primera vista, yo vi negociaciones (sonríe) y así se quedó por más de 15 años. Un día dije, lo voy a volver a grabar, pero por las “negaciones”. Ahora la gente me lo reclama, les gusta más el primero. Pero bueno, en los discos de Universal están ambas versiones. Don Víctor solía decirme: “¡Este año sí me dan el Nobel de Literatura, don Adolfo!” (sonríe). Hace ya 20 años de eso…

¿Cómo le gustaría ser recordado?

Quisiera que la gente que me ha dado cariño, admiración y palabras de aliento a través de las transmisiones de Universal y de La noche quedó atrás, me gustaría que esa gente nunca se calle y esté yo en la voz de los que me recuerden.

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