Con el fin de mantener un ritual indígena que data del año 1789, el cual, según la creencia, traerá suerte a los pescadores y una buena cosecha campesinos de la comunidad, el alcalde de San Pedro Huamelula, Oaxaca, Joel Vásquez Rojas se casó con una lagarta.
«Fue elegida especialmente en estas fechas sabiamente para pues hacer las peticiones, darle las gracias a Dios y hacer las peticiones por las lluvias, por la germinación de las semillas, por las cosechas, por la paz, por la salud de todos. Y que den los campos a los animales», comentó Jaime Zárate Escamilla, cronista de San Pedro Huamelula, una comunidad asentada en la zona costera chontal del Istmo de Tehuantepec.
El día comenzó muy temprano para esta comunidad, ya que acompañados por una banda de música de viento, un grupo de personas paseó a lagarta de casa en casa, donde fue recibida con alegría por los habitantes. Para esta ocasión, el reptil fue bautizado con el nombre de María Isabel, la cual ya iba ataviada con el traje de novia.
Este ritual es encabezado por un líder indígena, quien le pregunta al alcalde si acepta como esposa a la «niña princesa» como se le nombra a la lagarta.
También se hace una representación de la conquista de los pueblos indígenas, con la llegada de los conquistadores llamados negritos y se desata una batalla que culmina con una negociación al casarse el alcalde con la lagarta, que trae una comparsa de mareños del poblado de San Mateo del Mar.
«Es una niña princesa dicen ellos, que es su princesa que vienen a dejarla en prenda para que se dé la armonización del medio ambiente con el eje de autoridad entre los seres humanos, los animalitos del campo, la buena pesca y la productividad agrícola», explicó el mismo presidente municipal.
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“Encerrados en celdas horribles donde hay un inodoro abierto en medio de la habitación” en el mismo lugar en que comían y dormían.
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