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¿Cómo sigue tu salud (mental)?
17 diciembre 2017

He visto ese sufrimiento y ese sentimiento de impotencia en los ojos de aquellos que más amo, porque me duele saber que están en una constante batalla y no saben cómo hablar al respecto o cómo buscar ayuda, porque me duele ver cómo, por el estigma de que buscar ayuda significa estar loco, muchas personas se quedan estancadas y encerradas, ahogándose en su propio vaso de agua.

Finjamos que estamos en una primera cita o quizá sólo estoy platicando contigo mientras esperamos a que llegue el transporte público o en la fila del supermercado, entonces escuchas de mi propia boca que se me hace tarde para una cita con el psicólogo o que debo tomarme justo en ese momento las pastillas que me recetaron por mi depresión; dime, ¿qué pensarías de mí?, ¿cuál sería tu reflejo ante esta situación?

De acuerdo con la OMS, la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Así que, si la propia definición hace referencia al aspecto mental, ¿por qué será que ha quedado tan olvidado, rezagado o como una víctima de los prejuicios? Se trata de un espectro social que va desde el gobierno de las naciones y la escasa atención y bajo financiamiento que son dirigidos a este ámbito como al poco conocimiento y comprensión por parte de un gran porcentaje de la sociedad ante lo que realmente implica y significa verse en un estado de salud total.

He escuchado el típico “ir a terapia es para locos”, el agresivo “qué rara chava, está loca y por eso no come”, la tan popularizada idea de que “si tiene esquizofrenia te va a matar” o el común “es una exagerada, ni siquiera tiene razones para estar triste, nada más quiere atención” y estoy segura de que tú también has oído algún comentario del mismo tono. Le tenemos tanto pavor e indiferencia a la gente que sufre de alguna enfermedad mental o no se encuentra en el periodo más mentalmente estable de su vida, que nos aterroriza ser uno, nos da miedo descubrir que nuestra salud mental es igualmente válida que nuestra salud física ya que nos hemos acostumbrado a que no es así, a que “todo eso” es controlado por nosotros mismos y aquellos que buscan ayuda están locos o desesperados por atención.

Creemos, erróneamente y por alguna razón desconocida, que todos nos encontraremos siempre en el mejor y más estable estado psicológico y emocional, tanto que nos confunde tremendamente el momento en el que nos damos cuenta de que, ¡vaya!, quizá haya algo que no está fluyendo correctamente dentro de nosotros, que no nos sentimos bien. Sin embargo, nos da pena aceptarlo o hablar al respecto, pero aquí va un secreto: no eres el único que está mal. Al hablar con más y más personas acerca de estos temas, llegué a la conclusión de que percibimos la depresión, los desórdenes alimenticios, las conductas autodestructivas, los trastornos mentales y demás como un tabú, como algo lejano, como algo que se da raramente, cuando en realidad muchos hemos pasado por ellos. No nos damos cuenta que, al no hablar abiertamente de esto, al tener miedo de nuestro propio trastorno o el de los demás, estamos contribuyendo al tabú, a que más personas se sientan confundidas y como si algo estuviera mal con ellos al darse cuenta de que quizá están sufriendo algo parecido.

En México durante el 2017 sólo el 2.2% del gasto en salud fue destinado a la salud mental, imagina eso, es como si tuvieras 100 pastillas y sólo 2 de ellas tuvieran como propósito ayudar o curar alguna enfermedad mental. Todo esto a pesar de que se estima de uno de cada tres mexicanos presentará algún trastorno psiquiátrico durante su vida. Definitivamente hay miles de personas que no han recibido y quizá jamás recibirán la atención necesaria para tratar sus trastornos mentales.

Lo anterior es sólo una dimensión de la baja comprensión y atención ante la salud mental, ya que existe la realidad que muchos podemos ver a diario. En una ocasión, por ejemplo, escuché a una persona utilizar como argumento al criticar a otra “ella fue al psicólogo de niña, como que tiene problemas, está loca”. Está loca. ¿Tú crees que una persona está loca simplemente por asistir a una terapia? De niña me fracturé el brazo y tuve que ir a terapia física, ¿qué hace que la otra persona sea categorizada como una loca y mi fractura sea solamente vista como un percance médico?

Sorprendentemente una gran proporción de nosotros no ha comprendido que tanto la salud mental como física tienen la misma seriedad y por lo tanto deberíamos darles la misma importancia. ¿Por qué cuando llevas varios días con dolor de estómago acudes al médico, pero cuando llevas semanas sintiéndote triste y durmiendo más de lo usual no consideras llamar a un terapeuta para agendar una cita? Ni el aspecto físico ni mental de nuestra salud es más ni menos importante que el otro, de hecho, vienen en ocasiones de la mano. Por ejemplo, hay una alta proporción de pacientes diabéticos que secundariamente terminan sufriendo trastornos depresivos y cambios de personalidad. También, más del 50% de pacientes con enfermedad vascular cerebral (EVC) presentan trastornos mentales, principalmente alteraciones del estado de ánimo. Pero el común denominador no está consciente de la relevancia de la salud mental o la manera en la que puede afectarnos, por lo que, al presentar síntomas de alguna enfermedad, les parece más fácil ignorarlo, auto-convencerse de que estará bien y muchas veces mantenerlo dentro sin hacer comentarios al respecto ya que, esta baja comprensión ante los trastornos mentales nos hace estar seguros de que no es correcto ni normal tenerlos, que se pasará eventualmente. Pero, ¿qué pasa cuando no se va?

Quizá tu enfermedad siempre ha estado ahí, quizá acaba de llegar, quizá piensa quedarse para siempre o quizá podría irse pronto con un poco de ayuda, sea cual sea el caso, creo que no debes ignorar las señales que te brindan tu cuerpo y mente. Si te sientes mal, si sabes que algo está mal, no lo dejes pasar.

Citando a José María Sánchez Monge, presidente de FEAFES, “a veces los prejuicios sociales son más dañinos que la propia enfermedad mental. Por eso, tan importante como recibir una atención adecuada es que la sociedad conozca y comprenda los problemas de salud mental”. Porque ir a correr, cambiarte de ciudad, conocer nueva gente o salir más, que son los consejos que muchas veces escucharás, pueden ser acciones imposibles de realizar para ti o muy posiblemente aún después de todo eso, te sigas sintiendo de la misma manera. Hace años dejamos atrás los remedios caseros para las enfermedades y malestares físicos, así que, ¿por qué seguimos pensando que todos podemos curar la enfermedad mental de otros basado en el desconocimiento de esta área, yéndonos por remedios muchas veces ineficientes? Porque la cosa es así, si digo que me duele mi muela o que mi vista está nublada, el primer consejo que recibiré será ir directo al médico correspondiente, pero si digo que llevo un tiempo sintiéndome mal, triste, insuficiente y simplemente no entiendo qué está pasando, recibiré un “vamos a salir, seguro con eso se te pasa”, pero ¿qué pasa si no puedo salir? Si mi cuerpo no me permite levantarme de mi cama, si el pensamiento de estar en un lugar rodeado de personas me causa una terrible ansiedad, ¿qué hago?, ¿se supone que me quede atorada sin hacer nada? Ahí es donde debemos darnos cuenta de que la atención médica para nuestra salud mental no tiene nada de malo, no es para locos, no se ocupa sólo cuando estamos al borde del abismo, es una medida tan básica y necesaria como el resto de la medicina.

Es una lástima y una situación sinceramente devastadora darse cuenta de que así como miles de personas no pueden acceder a tener atención médica, es también muchísima la gente que ni siquiera está consciente de su enfermedad mental y mucho menos puede acceder a la atención y medicación que requiere ya que, al no ser una prioridad para los sistemas de salud proporcionados gratuitamente, muchas veces quedan fuera del alcance de un gran porcentaje social debido al precio que un buen tratamiento puede llegar a tener. Cabe mencionar que los índices de enfermos de estos trastornos, en relación a los impactos sociales, tienden a aumentar debido a problemas como la pobreza, violencia y envejecimiento de la población. Y si una persona no tiene un conocimiento básico de las enfermedades mentales y mucho menos tiene los medios para pagar un tratamiento, ¿cómo sabrá que sufre un trastorno y cómo podría financiar la atención que requiere? Parece un callejón sin salida.

Quizá no tengo todo el conocimiento del área, pero sé que es importante educarnos, educar a los demás, contribuir a crear una cultura de aceptación y comprensión. Desde la persona que sufrió depresión hasta la que tiene esquizofrenia, todas tienen el mismo valor y sus enfermedades en el nivel que se encuentren son igualmente válidas y merecen atención y cuidado. No seas esa persona que subestima el problema de alguien más, sé la mano que está dispuesta a extenderse y brindar apoyo.

Es de gran importancia recordarnos y grabarnos ardientemente que el ser humano no solo es soma, sino también psique. Es decir que no somos sólo nuestra masa corporal, sino que dentro de nosotros existe también mucho más que nos conforma y debemos cuidar de cada aspecto con el fin de estar sanos, tanto en el ámbito físico como el mental. No tengas miedo de buscar o ayudar a alguien más a buscar ayuda, no temas tampoco a los trastornos mentales ya que el sufrirlo o haberlo sufrido no define a una persona. Una persona no es su trastorno mental, hay muchísimo más en un ser que le conforma.

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