La gordura ha sido un tema discutido arduamente a lo largo de la historia. El filósofo griego Hipócrates, conocido popularmente como el Padre de la medicina, decía que la obesidad hacía que los hombres perdieran sus deseos sexuales y sufrieran de muerte súbita. Durante La Edad Media, las personas de “hueso ancho”, como solemos decir eufemísticamente, eran consideradas las más hermosas. La gente más poderosa en el Medioevo era la única capaz de comer hasta saciar sus glotonerías y comer por placer. De ahí que se vinculó el hecho de ser gordo al de ser poderoso.
Las cosas cambiaron durante el Renacimiento: ser obeso, entonces, se relacionaba con ser torpe. Las figuras que antes se vinculaban con poder y abundancia, ahora se veían como retratos de la decadencia, el vicio y la falta de actividad.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay 166 millones de niños y jóvenes con obesidad: 42 millones son menores de 5 años y 124 millones tienen una edad entre 5 y 19 años. México tiene la tasa más alta de obesidad en adultos de América Latina —adelante de países como Argentina, Chile y Dominica—y ocupa la sexta posición en los índices de obesidad infantil y de adolescentes. El informe apunta que 28.9% de los adultos mexicanos son obesos, por 14. 8% de la población entre cinco y 19 años.
Según cifras de la organización, en cuarenta años, la obesidad en México dejó de ser una cuestión que aquejaba a algunos niños para convertirse en un serio problema de salud pública que afecta a una gran parte de la sociedad.