El sacerdote Gerardo Silvestre Hernández, señalado de haber violado a más de 100 niños indígenas de Oaxaca y que desde 2013 se encuentra en prisión para ser procesado por la justicia por corrupción de menores en contra de sólo tres niños, emborrachaba a sus víctimas para abusarlos.
Así lo denunció la madre de una de las presuntas víctimas del presbítero, quien escribió una carta dirigida al papa Francisco, que visitará México en febrero, en la que pide al sumo pontífice “justicia” para los niños y adolescentes blanco de esos abusos y para que hechos como éste no se repitan.
En la propia carta, la mujer da cuenta del modus con el que supuestamente el sacerdote mencionado citaba a los menores y les ofrecía bebidas embriagantes para después cometer los abusos.
“¿Cómo es posible que un cura haga esas cosas?”, se preguntó la madre del menor abusado, quien mencionó que “había muchos niños que iban con el padre”.
“Gerardo Silvestre es un sinvergüenza; decía que no conocía a mi hijo”, recriminó la madre de familia.
Con evidente amargura y consternación, la mujer dijo que decidió luchar en este caso de presunta pederastia no solamente para que se haga justicia para su hijo, que fue víctima cuando tenía 14 años de edad y actualmente tiene 20.
“No quisiera que otros niños sufrieran lo que yo he sufrido con mi hijo”, por ese motivo “quisiera que se hiciera justicia, no sólo por mi hijo, sino por todos los que han pasado por esto”, expresó, articulando sus palabras entre sollozos.
Expuso que muchas madres de las víctimas no quieren “poner la cara por sus hijos” porque “tienen mucho miedo”, pero ella decidió dar la batalla. “He sufrido lo peor, pero no he quitado del renglón para que se me haga justicia” indicó.
Hace unos días, la organización Foro de la Niñez Oaxaqueña (FONI) afirmó que se estima en más de 100, los niños y niñas que fueron víctimas de abuso sexual por parte del sacerdote católico Gerardo Silvestre Hernández.
El FONI detalló que en febrero de 2011, la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe exculpó desde el Vaticano al sacerdote por estos crímenes “tras un proceso de investigación en el que nunca se acercaron a las víctimas”.
El sacerdote se encuentra recluido en el penal número 12 con sede en Tlaxiaco, desde el 29 de noviembre de 2013, por su presunta responsabilidad por el delito de corrupción de menores de 18 años “previsto por las fracciones II y V del artículo 194 del Código Penal del Estado de Oaxaca.