Hoy en día nos preocupamos mucho por el tipo de coche que queremos conducir y nos preocupamos aún más por el costo de la gasolina, que, por ahora no ha subido en la franja fronteriza mas no tarda en hacerlo.
Y ¿Qué pasa con las bicicletas? Sí, claro la inseguridad no nos da la opción de movernos distancias y mucho menos huir de los perseguidos de la ley, sin embargo, es una alternativa saludable y completamente ecológica para los fines de semana.
Citando en una de las urbes más importantes a nivel mundial, la bicicleta comienza a cumplir una función que en pocos años será indispensable: ayudar a los transeúntes citadinos a llegar de su casa al metro, metrobús o tren y después al trabajo o escuela.
De esta manera, reducir el uso de más 3 millones de automóviles que circulan diariamente en la Ciudad de México. Incluso en nuestra pequeña comunidad ya existen programas que alternan el equilibrio perfecto entre el acondicionamiento físico y la reducción del uso del automóvil.
A nivel mundial, la bicicleta se convirtió en el emblema del bienestar urbano. Hoy la vemos establecida en los centros económicos, políticos y sociales más importantes de los países que la han adoptado como medio de transporte seguro, anticontaminante y saludable.
Y pues, si empezamos a hacerlo como un habito no tardaremos muchos en bajar los kilos que nos han dejado las docenas de tamales y los incontables platos repletos con pavo y pasta.
La bicicleta hace más accesibles los parques, la cultura, la educación y el comercio. Y es que, si su utilización es adecuadamente planificada, permite una movilidad sustentable basada en la interconexión con los sistemas masivos de transporte y la creación de zonas de alta densidad habitacional y usos mixtos.