México.-En el México violento de hoy, la aritmética no sirve. Más dinero del presupuesto federal destinado a la seguridad pública en estados y municipios, además de un mayor número de policías para vigilar las calles, no han dado el resultado esperado: que el crimen ceda. Al contrario: en los últimos seis años, más dinero y más efectivos policiacos sólo han significado más muertos.
La desaparición de 43 estudiantes a manos de la policía municipal de Iguala, que presuntamente fue patrocinada por el grupo criminal Guerreros Unidos, de nuevo puso el foco en la debilidad institucional de estos cuerpos de seguridad, que son presa fácil del crimen organizado.
Desde que en la administración de Felipe Calderón se comenzara la lucha abierta contra las bandas criminales, los presupuestos federales y estatales se han incrementado, pero los homicidios, lejos de detenerse, crecieron más. Las aportaciones federales para la seguridad pública en estados y municipios se elevaron 50% entre 2006 y 2012, pero en el mismo periodo la tasa de homicidios dolosos se disparó 70%, pasando de 10.89 por cada 100,000 habitantes hasta 18.57, según registros del gobierno federal. En 2013 la tasa de homicidios se ubicó en 15.48.
Para el gobierno, la solución a la vista es el mando único de la policía. De hecho, 26 estados y 1,358 de los 2,445 municipios ya firmaron el acuerdo para entrar en este programa, que sustituiría a las policías municipales, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
Pero el mando único no ayudará a resolver el problema de inseguridad si no se garantiza para los policías un proyecto digno de vida a través de su carrera, advierte Ernesto López Portillo Vargas, director del Instituto para la Seguridad y la Democracia (Insyde).
Esta incertidumbre que viven las personas que trabajan en las instituciones policiacas, agrega el especialista, hace que desatiendan las necesidades de la población y se concentren en seguir las órdenes de quien esté en el poder, sea la autoridad local o un grupo criminal.
¿Más policías = más seguridad?
De 2004 a 2012, el número de efectivos en los cuerpos de seguridad en los estados y municipios creció en promedio 82%, y a nivel nacional pasaron de 284,573 a 519,739, según cifras del SESNSP.
A nivel federal, el Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados y del Distrito Federal (FASP), que se enfoca en la ejecución de estrategias en seguridad pública necesarias para fortalecer la capacidad institucional y de gestión de las autoridades estatales, pasó de 5,000 millones de pesos (mdp) en 2006 a 7,500 mdp entre 2006 y 2012, 50% más, según un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) y la asociación Causa en Común.
Pero el número de homicidios dolosos a nivel nacional aumentó 86% en el mismo periodo, al pasar de 11,658 a 21,736, indican datos del organismo de la Secretaría de Gobernación.
La tasa de homicidios dolosos por cada 100,000 habitantes a nivel nacional en el periodo citado creció 70%, de 10.89 a 18.57.
Además, el estudio del Imco y Causa en Común establece que la secrecía por parte de los gobiernos locales en el ejercicio de los recursos del FASP hace que exista una alta probabilidad de desperdicio de recursos públicos y que la calidad de los bienes comprados afecten la seguridad pública.
“Se les han dado a muchas policías estatales y a la policía federal muchos recursos y no mejoran ni la relación con la gente ni la confianza social. Ése es el punto central”, opina Ernesto López Portillo Vargas.
La solución: ¿Más armas? ¿Mando único?
Las soluciones que se han buscado hasta ahora para combatir las crecientes violencia e inseguridad son más policías, con más armas. Más recientemente, se busca la solución en el mando único policial. ¿Alguno de éstos es el camino?
Una de las acciones más visibles del gobierno federal en materia de seguridad ocurrió el pasado 22 de agosto: el gobierno federal presentó la Gendarmería Nacional, una división más de la Policía Federal, con 5,000 efectivos, que tiene como objetivo proteger a diversos sectores económicos que están siendo atacados por la delincuencia organizada en varias regiones del país.
El comisionado Nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, dijo en aquella semana a corresponsales extranjeros que la idea es que los gendarmes sean enviados a vigilar zonas donde estén en riesgo actividades productivas, como la agricultura, la minería y la petrolera.
Durante la presentación, los elementos marcharon frente al presidente Enrique Peña Nieto, en una ceremonia en la que se mostraron los uniformes, los vehículos y las armas con que trabajarán.
“Nosotros estamos en un espejismo en el que pensamos que la mejor policía es la armada, la más equipada y con la mejor tecnología. Todo eso ha probado ser falso”, asevera López Portillo Vargas.
¿Y el camino del mando único? Hasta septiembre, 72% de los municipios de 31 estados en el país firmaron el acuerdo por el mando único policiaco, iniciativa impulsada desde el sexenio de Felipe Calderón y que sustituiría a las actuales policías municipales.
Ernesto López Portillo, del Insyde, indica que, más allá del modelo, debe asegurarse que los policías puedan tener un proyecto digno de vida a través de su carrera, con un sistema de derechos y prestaciones. “Cuando las policías no tienen seguridad, no pueden garantizar seguridad para los demás. Estamos en una trampa porque estamos discutiendo cómo coordinar a los mandos cuando no hemos resuelto lo profundo: cómo saneamos instituciones con un proyecto profesional.”
El Insyde publicó el estudio Alcozauca. Ser policía en la Montaña de Guerrero,en el que encuesta a policías municipales de esa región, y cuyos resultados muestran que 10 de 20 entrevistados afirman no recibir uniformes, balas y chalecos; ocho de 20 dicen no tener descanso en su jornada laboral, y 18 de 20 no reciben servicios de salud.
Por otro lado, 13 de 20 afirmaron que una mayor capacitación y mayor acercamiento con la ciudadanía son las acciones más efectivas para combatir la inseguridad.
“Lo que se recomienda a nivel mundial es que se construya una policía cercana a la gente, y eso significa que los estados y municipios deben colaborar para garantizar un servicio de proximidad, para trabajar con la gente y resolver un conflicto, y eso no lo hemos logrado en el país. El policía promedio no sabe trabajar con la gente, no tiene habilidades de comunicación”, dice López Portillo Vargas, quien no deja lugar a dudas sobre el verdadero camino a seguir: “Lo que construye a una buena policía es la confianza, no las armas.”